domingo, 8 de julio de 2007

Fernando Sánchez Clelo y la microficción inteligente


En los textos cortos de Fernando Sánchez Clelo se evidencia una búsqueda constante por el trabajo delicado con el lenguaje. Hay presente, en su obra, una serie de obsesiones que el lector puede hacer suyas porque nos conciernen a todos.
Un humor más bien seco –no aquel que nos arranca la carcajada y busca un efecto inmediato– se deja escurrir por entre su trabajo, casi diría, artesanal.
A “Cada vez que Aladino sobaba la lámpara, el genio tenía una erección” (Luis Felipe Hernández), más cercana al chiste; Sánchez Clelo opone una reflexión que, aunque no carente de matices humorísticos, es mucho más ríspida: “DELICADOS / “Cuida tu salud, fumar un cigarro reduce tu vida un minuto” Lee Carlos distraídamente en una revista mientras, despreocupado, se fuma sus últimos segundos.”
Sus ficciones breves son más elaboradas y profundas. Es, algunas de las veces severo, a tal grado, que produce en el lector una sonrisa ladeada con visos de amargura.
A estas alturas, tiene ya un estilo muy particular, tirándole a lo elegante más que a lo coloquial. Su narrativa se caracteriza por la rigurosa economía del lenguaje. En él no sobra una coma o un adjetivo. Y es que Fernando Sánchez Clelo empezó a practicar la microficción con dificultad. En él, pronto se fue comprobando que a escribir se aprende rescribiendo, retrabajando a fondo y con seriedad el texto.
Podemos encontrar en su trabajo creativo algunos referentes culturales que van desde lo mitológico hasta lo religioso, tocando a veces lo literario.
Ese humor seco es algo característico de su estilo, incluso va con su carácter como persona: Fernando no es de sonrisa fácil, es más bien contenido y así, contenidas, son sus ficciones.
Ocasionalmente utiliza el final sorpresivo pero, en su caso, es solamente un recurso que no termina significando un apéndice como en otros autores. Como un cincuenta o sesenta por ciento de sus ficciones terminan de manera inesperada. No hay, por lo tanto, una urgencia por el lucimiento sino un esfuerzo paciente por la perdurabilidad.
En Sánchez Clelo se pueden, entonces, encontrar finales más serenos y que mueven a la reflexión.
No es adicto al juego de palabras como muchos ficcionistas, prefiere depurar el equilibrio entre fondo y forma, tan importante en el relato corto y la minificción, a través de una prosa cuidada y bien escrita.
Además es evidente su preparación literaria y cultural, aunque nunca es hermético. No tiene un afán de mostrarnos lo que sabe y eso permite que su lectura sea sencilla a la vez y profunda.
En sus textos no tiende a la prosa poética. Por el contrario, muchas veces se trata de mini cuentos que conservan las características estructurales del relato más extenso (hay un hecho narrado, un conflicto que desemboca en un desenlace), en su versión micro.
A veces, sin embargo, está sólo esa sátira seca que se mueve entre Jules Renard y Josef Jouvert, por mencionar dos casos franceses. En el caso de Sánchez Clelo estaríamos más cerca de Jouvert por su tendencia aforística.
Se puede decir que entre la gran cantidad de microficciones (entre las que se busca casi siempre un efecto inmediato que un contenido perdurable, por lo que de pronto nos enfrentamos a textos que pudo haber escrito cualquiera), es notable que Fernando Sánchez Clelo ya tenga un estilo, un sello de identidad bien definido.
Como quien busca encuentra, Fernando está llegando, aunque los caminos y veredas no sean nunca lo que parecen:

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EL REGRESO I
Después de todas las tribulaciones vividas durante los últimos años, Ulises se siente cada vez más cerca de Penélope. Mira nostálgico el paisaje con lágrimas en los ojos, está feliz y no puede contenerse.
-Ítaca... ¡Ítaca!- grita conmovido.
-Esto no es Ítaca señor- le dice un hombre desde una carreta.
-¡¿Qué lugar es éste?!- pregunta alterado.
-¡Esto es Comala señor, Comala!- contesta el extraño mientras se aleja.
Ulises, desconsolado, comprende que una nueva odisea está por comenzar.
Fernando Sánchez Clelo.
Noviembre, 2004
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(Prólogo al libro No es nada vivir; BUAP-Siena, 2005)